Por Mauro Libi.- Hablamos en anterior entrega de las
empresas B como una forma de organización que busca algo más que el lucro y
apunta hacia el beneficio de la sociedad, hace su aporte para el mundo, o por
lo menos para que la localidad en la que se encuentra enclavada sea cada día
mejor.
Son un nuevo grupo de emprendedores para quienes el otro no
puede ni debe resultarles indiferente, su naturaleza es dar la mano y esa misma
actitud la aplican en sus organizaciones.
Estos emprendedores se distinguen del empresario común y
procuran la satisfacción, no sólo personal, sino que buscan generar un valor
compartido con grupos de interés, es decir, ya no solamente quieren atender al
cliente, a los inversionistas o proveedores sino también a causas
medioambientales o grupos sociales desasistidos.
Para el común de los empresarios, estos emprendedores, esta
gente que levanta la que llamamos empresas B, no son más que tontos soñadores,
hippies, idealistas, que ignoran las reglas del mercado. No conciben una
empresa al pendiente de otro asunto que no sea competir con el resto de
organizaciones del ramo para acaparar la mayor cantidad de clientes. Para ellos
una empresa que está pendiente del clima, del ambiente, las aguas, los
problemas sociales, es un sinsentido.
Para beneficio de la humanidad, los emprendedores del
segundo grupo cada día crecen más y le están permitiendo al mercado la
oportunidad de ofrecer una cara diferente. Es así como han comenzado a entrar
en escena conceptos como el valor compartido, la economía colaborativa, economía
circular, entre otros.
Los efectos que las empresas B tienen se sienten ya más allá
de las comunidades o causas con las que colaboran y son solidarios, sino que
están teniendo un gran impacto en el cliente, quienes se muestran cada vez más
conscientes de los problemas de su entorno y prefieren comprar a las
organizaciones con esta nueva filosofía.
Con la aparición de las empresas B está quedando atrás la
práctica de las organizaciones que para poder hacer aportes sociales debían
crear una fundación aparte. Ahora, las causas sociales es posible abrazarlas
desde el seno mismo de la empresa o emprendimiento.
Las empresas B surgieron en estados Unidos en el año 2000,
organizaciones que procuran un triple beneficio: a la comunidad, a los
trabajadores y al medio ambiente.
Para transformar su organización en una empresa B, lo
primero que hay que hacer es una autoevaluación de la empresa o emprendimiento,
analizar las debilidades, las fallas, pero también las fortalezas que pueden
marcar el camino de la nueva organización en favor de la causa que mejor se
adapte a su naturaleza y propósito.
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