Por Mauro Libi.- No nos cansamos de repetirlo una y otra
vez: El trabajador es el primer aliado de toda organización y a ellos debe
dedicar todos sus esfuerzos para mantenerlos satisfechos, más bien felices de
trabajar con dicha empresa o emprendimiento.
Al igual que a sus clientes, las organizaciones tienen el
compromiso de brindar la mejor de las atenciones a sus empleados, venderse ante
ellos como el mejor de los productos.
Un sondeo de la empresa Gallup revela que 87 por ciento de
los trabajadores labora sólo por el salario que recibe. De ser esto cierto
tendríamos que decir que las empresas están haciendo algo mal para que su
personal esté tan desmotivado. Por lo que es urgente que las organizaciones
tomen en serio lo que decimos en esta nota y comiencen a hacer algo por
resolver esta grave situación.
Las organizaciones deben —y hablamos muy en serio— enfilar
en pos de sus propios trabajadores una aguerrida campaña de mercadeo a objeto
de conquistar a quien debe ser su más valioso activo.
Porque, ¿cómo una empresa
o emprendimiento va a convencer al público de que sus productos son lo mejor si
los propios trabajadores no están convencidos de ello?
Una aguerrida campaña de mercadeo en la gestión de recursos
humanos, es nuestro planteamiento. Una estrategia en la que se considere al
trabajador como un cliente interno al que hay que conquistar, explicarle el
producto, vendérselo.
¿En qué consistiría esta campaña?
Pues en explicar al trabajador las bondades de nuestro
producto y/o servicio, haciéndole entender la importancia de la labor que
desarrolla en la producción del producto y cómo su trabajo genera valor
agregado a la empresa o emprendimiento. El asunto es convencer al trabajador de
la necesidad de que mejore su aporte mediante la innovación y la creatividad.
Se impone indagar entre los empleados sobre sus necesidades,
sus aspiraciones, sus sueños, para entonces consensuar y conciliar el trabajo
con la familia. Maximizando los beneficios logramos motivar a los trabajadores para
hacer buena la palabra y convertirlo de veras en esos principalísimos aliados
del negocio.
Se sabe que la empresa es un negocio y no beneficencia, pero
es que hay que superar la creencia de ver el dinero destinado a los
trabajadores como un gasto y no como lo que es: una gran inversión.
Y esa inversión debe buscar motivar al trabajador para que
este haga un mayor aporte a la organización en creatividad e innovación.
Los departamentos de recursos humanos tienen un gran
compromiso en este sentido y transformarse a lo interno en un gran vendedor
para conquistar para la causa de la organización cada vez a más aliados en ese
ejercito de trabajadores que sólo están esperando por un poco más de
motivación.
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