Por Mauro Libi.- Cambiar no es una decisión fácil y
realmente son pocos los que están dispuestos a asumirla.
Pero cambiar es necesario, más bien, imprescindible, si se
quiere avanzar con los tiempos y los nuevos vientos que estos traen. Una
organización anquilosada en el pasado es, definitivamente, una institución
condenada a convertirse en un fósil.
Es duro decirlo, pero es así.
Las personas una vez se acostumbran a hacer las cosas de una
determinada manera, se niegan a abandonar dichos métodos para asumir nuevos
procesos. La seguridad que le brinda la rutina aprendida, los lleva a querer
mantenerse eternamente en eso que consideran su zona de confort.
Pocos son los que están dispuestos a asumir el riesgo de
embarcarse en lo que estiman es una aventura inútil, máxime, si la metodología que
usan viene dándoles resultados desde hace años.
Y es que muchas personas y organizaciones se niegan a
aceptar que el mundo a su alrededor está cambiando, se está transformando. No
entienden que cambiar es un asunto de supervivencia.
La psicología también cambio, ya lo hemos dicho, y de
circunscribirse únicamente a tratar patologías, se transformó en una disciplina
que también atiende aquello que no está “enfermo”, que potencializa los
aspectos positivos de la vida. Y el cambio, aunque muchos se nieguen a ello, es
parte de esa realidad positiva que estamos viviendo.
Es básico para enfrentar y asumir las transformaciones,
conocer la naturaleza de esos cambios le permitirá a cada uno de los miembros
de las organizaciones adoptar una actitud distinta y sumarse a quienes están
dispuestos al avance.
Una teoría psicológica plantea la Pirámide de la Resistencia
como una manera de vencer la oposición natural a cambiar.
Lo primero, lo pertinente, como ya dijimos, es obtener información
sobre el proceso de cambio y estar dispuesto a escuchar cuáles son las ventajas
que el mismo conlleva, al igual que las realidades que enfrenta.
Luego, el segundo nivel de la pirámide, plantea la
indispensable formación y entrenamiento que los individuos y las organizaciones
deben adquirir para la habilidad necesaria para asumir las nuevas competencias.
Sí, cambiar involucra aprender y aprender, recordemos y aprendámoslo, es
crecimiento y desarrollo.
Por último, hay que acometer acciones que faciliten el
proceso de cambio, tales como fijarse objetivos y metas que vayan acorde a lo
que platean las transformaciones en proceso. Hay que hacer mediciones de los
avances y promover programas de acompañamiento y coaching que brinden la plataforma para afrontar la nueva realidad.
La comunicación, no lo olvide, jamás puede quedar de lado,
ella debe estar presente, pues es vital en cada etapa del proceso de cambio.
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