Por Mauro Libi Crestani. Para quien no lo
ha notado, estamos en el siglo XXI, y en esta época la comunicación juega un
papel vital en las empresas y emprendimientos. Ya los viejos esquemas en los
cuales la información era unidireccional, de arriba hacia abajo, no tiene
vigencia.
La comunicación
es biunívoca, de retroalimentación, total, por lo que tampoco funciona que el
retorno se quede en los cuadros medios de gerencia.
La gestión
en estos tiempos apunta a alcanzar altos niveles de competitividad y alto
rendimiento, productividad. En esa onda se han embarcado las organizaciones que
quieren permanecer en el tiempo y por eso mejoran sus procesos de calidad, la
optimización de sus productos y/o servicios, mejoras en los métodos y modos
producción, innovación. Mauro Libi
Crestani
El nuevo
reto que se pone sobre la mesa es la búsqueda de la eficiencia y la revisión de
los procesos a objeto de afinarlos y actualizarlos. Sin perder calidad se
enfilan las empresas a la reducción de los tiempos de producción, aminoramiento
de los costos, eficiencia.
En toda
esta reingeniería de la producción un factor es vital: la gente, el personal,
los trabajadores.
Para que
la organización pueda funcionar, para que pueda abordar el tren de los nuevos
tiempos y las nuevas exigencias, los que conforman las empresas y/o
emprendimientos, todos, deben estar al tanto de gestión, tienen que conocer
cómo es el funcionamiento operativo que se quiere procurar, tienen que
participar, tener voz y ser escuchados. Al fin y al cabo, nadie mejor que ellos
conoce el monstruo por dentro y, por tanto, tienen que ser tomados en cuenta. Mauro Libi Crestani
Escuchar y
atender, esa es la pauta nueva en las organizaciones. Participación total.
Comunicación total. De no ser así, cualquier cambio está condenado al fracaso.
No operan las transformaciones si hay desconocimiento de los trabajadores.
Para que
la comunicación sea óptima, es preciso que se cumplan algunas premisas, tales
como la confianza organizacional, en primer lugar, pues el trabajador debe
confiar en la empresa y en el empresario. Para ello el empoderamiento del
empleado es fundamental. Y esto se logra con conocimientos y capacidades que
doten a los colaboradores de criterio.
Luego
tenemos las conductas que se premian, pues las organizaciones deben reconocer
el comportamiento que le permita el crecimiento, la rentabilidad, la eficiencia
y la productividad. Mauro Libi
Crestani
En tercer
lugar está el compromiso e implicación, por lo que sin preámbulos, sin medias
tintas, sin ambages de ninguna naturaleza, hay que comprometer a los
trabajadores. De no ser así, el mercado nos quedará grande. Investigue, por
tanto qué quieren sus empleados, sus aspiraciones, su visión, qué piensan de la
empresa. Sólo así se implicarán.
Si no hay
compromiso por parte de los trabajadores para con la misión empresarial y se
sienten plenamente identificados, poco se podrá avanzar. No importa que tan
óptima sea la política salarial, sino se hacen proactivos, si no hay una
comunicación efectiva, simplemente no habrá progreso y su proyecto empresarial
se quedará en el papel. Mauro Libi
Crestani
Sigueme @maurolibi12
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