sábado, 11 de marzo de 2017

Marca personal: ¿Cuestión de autoestima?



Por Mauro Libi.- La marca personal o branding personal lleva implícito un tema que casi siempre quienes hablan del asunto lo dejan de lado: la autoestima, un ingrediente fundamental para poder desarrollar este emprendimiento.

Por autoestima entendemos la valoración, bien sea positiva o bien sea negativa, que las personas tienen de sí mismas y que es posible medir a través de los pensamientos, sentimientos y experiencias que el individuo expresa sobre él.

Es, en términos coloquiales, el valor que una persona se da a sí misma.

La Real Academia de la Lengua Española define en su diccionario la autoestima como la “valoración generalmente positiva de sí mismo”. Como vemos, aquí, como ocurre la casi totalidad de las veces, a la autoestima suele dársele a priori una valoración positiva.

Ahora bien, apliquemos el concepto a la estrategia de marca personal o branding personal que las personas y, particularmente, los directivos, desarrollan.

Lo primero que tenemos que apuntar es que para medir la autoestima es indispensable conocerse muy bien, hacer un análisis concienzudo que ayude a reconocer las habilidades y la calidad del perfil profesional.

En segundo término, advertimos que la autoestima puede crecer o disminuye de acuerdo a las circunstancias, como también debido a la propia actitud que las personas asumen respecto a los retos y los problemas.

Podemos decir que la autoestima es una cualidad personal que, cual habilidad, puede aprenderse, ejercitarse y reforzarse constantemente hasta lograr que el individuo se convierta en el líder ideal que las organizaciones aspiran tener entre sus filas.

Hablemos claro, el branding personal o marca personal tiende a tratar al sujeto como un producto al que hay que vender en el mercado, así de sencillo. Aunque parezca cruel decirlo en esos términos, ese es el objetivo fundamental.

A la marca personal, cual objeto de mercadeo, se le identificarán los puntos clave que pueden contribuir para promocionar a la persona y hacer que destaque de entre “otros productos” de igual categoría o similares, por su calidad, versatilidad, novedad, historial de mercado, entre otros aspectos.

La estrategia de promoción o mercadeo partirá, entonces, de la investigación de las fortalezas del directivo o candidato a convertirse en una marca personal, esos aspectos que lo diferenciaran de sus competidores y, al mismo tiempo, que se identifican también las debilidades de manera de trabajar en ellas para minimizarlas o anularlas.

Entre estos aspectos, la autoestima se ubica en un lugar estratégico, por lo que dependiendo de que esta sea alta o baja, positiva o negativa, se trabajará en función de convertirla en un factor que actué a favor de la confección del “producto” o marca personal.

Obviamente, en caso de una autoestima débil se trabajará para reforzarla, pues la negatividad de la misma interfiere en la construcción de la imagen de la marca personal que hay que proyectar de cara a la comunidad, a la organización y a la sociedad en general.

Y es que si quien aspira convertirse en una marca personal poco puede avanzar para lograrlo si no está seguro acerca de sus virtudes, habilidades y cualidades. Poco convence a los demás quien no está convencido a sí mismo.


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